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“¡Feliz día! me dijo, y me entrego un gallo de Regalo"


“Cuando vivía en la escuela, mi despertador eran las voces de mis alumnos que se gritaban de un cerro a otro para pasarse a buscar y llegar bien temprano a clases...” No, no es el relato de un profesor del siglo XIX. Es uno de los recuerdos de Alejandro Peñalosa Vilches, unidocente de la escuela rural G-611 de Hualqui. Tiene 12 pupilos de entre siete y 15 años -tres de ellos son integrados- y, aunque ya no vive en el establecimiento, confiesa que por nada dejaría de enseñar en el campo. “Llevo más de 10 años como único profesor de esta escuela y la experiencia es impagable para el espíritu. Nunca te dejas de sorprender”, cuenta. Las escuelas rurales, excepto las polidocentes, tienen cursos de primero a sexto básico, y funcionan en una o dos salas. A l e
j an d r o Peñalosa dice que trabajar con 12 estudiantes no es tarea fácil como parece, por la diferencia de edades. “Para poder enseñarles bien, los divido en grupos; así les voy pasando las materias. Ellos siempre quieren aprender y eso me facilita más las cosas”, explica. La relación con los padres y apoderados es más directa que en la urbe y eso facilita la solución de problemas. Cuenta que las reuniones son a domicilio, porque actúan también como terapeuta familiar, sicólogo infantil y, agrega que siempre es mejor tratar de forma personalizada los problemas de los alumnos. “Una semana antes concerto las visitas. A veces hay violencia intrafamiliar, y obvio que es mejor tratarlo personalmente. Cuando el niño tiene un conflicto, los padres entienden mejor si hablo de manera directa con ellos”, dice. Sin embargo, reconoce que lo que le entregan sus alumnos es impagable. Emocionado, Peñalosa relata que en un día como ayer, 16 de octubre, recibió un regalo especial. “Aún vivía en la escuela. Me estaba levantando y golpearon a la puerta. Cuando abrí, era uno de mis alumnos más pequeños, como de seis años. En una mano traía colgando un gallo de las patas -estaba vivo- y me dice, “¡feliz día profesor, mis papás le mandaron esto!”. Después me regalaban cajones de frutas, verduras y huevos”. Hace lo que se puede Chupallar se ubica en Tomé, cerca de Menque. Allí existe una escuela de sólo 10 alumnos, entre 6 y 12 años. Su profesor, Rómulo Palma Fuentealba, habla con cariño de sus pequeños. No es para menos, ya que ha pasado de todo con ellos. Las penas y alegrías se comparten. “Uno pasa a ser un segundo padre. Sus logros son los míos y me enorgullece cuando los veo grandes y realizados”, dice Rómulo. En su establecimiento cuenta con internet, gracias al programa Enlaces, y hace dos años la escuela mejoró sus servicios higiénicos lo que, según el docente, fue un importante avance. “Nos instalaron agua potable y tenemos agua clorada. También duchas, que hacían harta falta”. Cuando habla de sus estudiantes, es como si fuesen hijos. “Es gratificante educarlos, claro que cada cierto tiempo aparece alguno que no podemos rescatar”, dice. Si bien tiene buenas experiencias, recuerda la de un estudiante de hace 15 años. “Desde chiquitito era malo. Le pegaba a sus compañeros y era difícil mantenerlo tranquilo. Se fue de la escuela y se convirtió en cuatrero. Un día lo encontraron muerto por ahí”. Profesora de vocación Sixta Zambrano Fonseca es unidocente de la escuela Malal de Santa Juana. Tiene 15 alumnos, y se siente orgullosa de hacer clases en una escuela rural, ya que ella estudió en una. Quiere que sus pupilos sigan estudiando en cualquier colegio urbano y bajo las mismas condiciones que el resto. “Les enseño haciendo: tenemos invernadero, taller de manualidades, de cocina, y les encanta”. El acercamiento con la familia es inevitable. “La conexión es más cercana. Los padres participan porque, gracias a Dios, hay varios interesados en sacar a sus hijos adelante, y siempre están atentos”. Uno de los mayores desafíos de Sixta, fue la llegada de un alumno de Santiago. Su primer pensamiento fue cómo integrarlo. “No tuvimos ningún problema porque contrario a lo que yo pensaba, no traía un nivel óptimo de educación”. Aún la emociona el último día que lo tuvo como alumno. “Estábamos celebrando el término de clases y se me perdió. Lo fui a buscar y estaba solito en su banco, llorando. Le pregunté, ¿qué pasa Iván? Y me responde, “es que señorita, yo no me quiero ir”. Me dio una cosa...”. Sin agua, y menos luz En Concepción hay tres escuelas rurales. Una de ellas está en el puente 3 del camino a Bulnes y tiene 28 alumnos. Juan Carlos Campos enseña allí desde hace 14 años. “Tenemos internet, un laboratorio con seis computadores, una radio escolar y una revista”. Hasta 1994 la escuela no tuvo servicios básicos. “En carretas los papás llevaban tambores con agua para la semana. Con ellos hemos logrado lo que tenemos”, cuenta. Campos destaca que en 1992 la escolaridad de la población del sector alcanzaba cuarto básico y hoy, en un 90% de los casos, llega a la enseñanza media. “Hicimos un seguimiento y dos llegaron a la universidad. Es inédito”, confidencia. Los avances de sus alumnos son recuerdos que atesora. Cuenta que educó a dos hermanos, hijos de padres analfabetos. “Un día estábamos en el huerto, tomé el azadón y comencé a picar la tierra, pero no entraba. Uno me pidió la herramienta, se puso en sentido contrario y la enterró sin problema. Con esto quiero decir que no hay que mirarlos en menos, porque tienen montones de cosas que enseñarnos”.
En la Región del Biobío son 577 las escuelas rurales. De ellas 294 son unidocentes, con no más de 15 alumnos, de edades que van de los 6 a los 15 años; 138 son bidocentes,que tienen poco más de 20 alumnos hasta sexto básico; 51 son tridocentes, que suman sobre los 25 alumnos. Hay 94 polidocentes, con cursos de primero a octavo básico. En Chile son cuatro mil 632 las escuelas rurales, de las que mil 943 son unidocentes. Son cerca de 127 mil los niños en el país que pertenecen a la educación rural y 536 las que se encuentran conectadas a las redes de Enlaces, lo que les permite tener laboratorios de computación y estar conectados a Internet.
Extracto recopilado del diario el sur de Concepción, día 17 de octubre del 2006.

posted by osvaldopachejara @ martes, octubre 17, 2006,

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